Versiones 2006

Antología de relatos de las comisiones 58 y 65 del Taller de Expresión Escrita I (cátedra Reale), en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, coordinadas por el lic. Santiago Castellano.

Nombre: SC
Ubicación: Argentina

3.11.06

“Finalmente Muerto” ( y por decisión propia)


Generaciones enteras han sabido de él. De su existencia, de sus hábitos, sus mitos, su vida…
No existe ser humano alguno en el mundo que no sepa quién es Drácula. Un niño de siete años que habita en el norte asiático al igual que un anciano que vive en el centro de la provincia de Neuquén afirmarían conocerlo.
Desde muy pequeña me encontré seducida por la historia de este Conde. En un principio le temía. Luego ese temor se transformó en respeto y ya aún siendo más grande - con ímpetu de querer conocerlo todo - comencé una verdadera, ardua, pero apasionante investigación acerca del Conde Drácula.
Leí libros de toda clase y color. Libros nuevos y viejos. Libros que se encontraban en bibliotecas antiguas, cuyos techos eran muy altos y al igual que sus paredes parecían venirse abajo.
Realicé viajes por el interior de la provincia de Buenos Aires, porque una vez escuché que en los pueblos los mitos y creencias se mantienen tan o más vivos que en sus principios. Fue un desafío para mi llegar a un pueblo totalmente desconocido, ubicar la biblioteca, dirigirme hacia allí y felizmente sumergirme en cada una de las hojas amarillentas, deterioradas y con olor a humedad que formaban parte de aquellos viejos libros.
Más conocía acerca de ésta historia y de la historia de Transilvania en sí - el lugar de origen de éste fascinante individuo - y más envuelta en la incertidumbre, me encontraba.
Todo era poco. Más información tenía y más preguntas surgían. En los sitios de internet no encontraba nada nuevo. Recorrí la provincia de Bs. As de punta a punta, pero necesitaba saber más. Así que visité el país entero - no me quedó pueblo ni capital por conocer - pero la búsqueda se estaba convirtiendo en una obsesión y como me estaba quedando sin dinero tuve que abandonarla.
Luego de tres largos años de ambular en busca de respuestas, regresé a la casa de mis padres. Fue duro el retorno, porque lógicamente mis padres no entendían como pude perder tres años de vida abocada a una investigación vana. Vana para ellos – obviamente - yo no dejaba de pensar en que en algún momento sus regaños se convertirían en satisfacciones, puesto que si había dejado de investigar no era porque quisiera sino porque no podía. Tenía la certeza de que llegaría a conocer la verdadera identidad de la historia, la autentica vida del Conde Dracula, de ese “supuesto” monstruo o más bien vampiro que tanto dió que hablar a la humanidad durante siglos.
Mi vida comenzó a transcurrir normalmente. Seguí ejerciendo la docencia en el mismo colegio donde lo hacia antes de comenzar con la investigación, me puse de novia con el director del colegio y continue viviendo con mis padres.
Todo marchaba medianamente bien. Mi obsesión había disminuido en gran medida, es decir ya no era una obsesión aunque si era algo pendiente.
Un día por la tarde mientras mi novio y yo planeábamos las vacaciones, sonó el timbre. Cuando abrí la puerta no había nadie, solo una mujer mayor con un gran tapado oscuro que cubría la joroba de su espalda iba cruzando la calle. No había nadie más. Supuse que serian los chicos del barrio jugando al famoso “Rin Raje”. Sin más - con cara de resignación mientras apretaba un labio con el otro y moviendo mi cabeza - me dispuse a cerrar la puerta pero no fue posible. Un sobre me impedía hacerlo. Me resultó muy raro, lo levanté, cerré la puerta y regresé al comedor mirándolo de un lado y del otro. El sobre era muy extraño, no tenía remitente y era de color negro. Solo decía en letras rojas: “Para Laura”. No entraba en razones como había llegado a mi casa, siendo que mi dirección no aparecía en él. En fin, lo abrí y dentro encontré otro sobre igual pero más pequeño que decía: “Laura, lee el contenido de este sobre cuando estés sola”. Todo era más extraño aún, pero obedecí a la orden del sobre. Le pedí a Roberto - mi novio - que me dejara sola y comencé a leerla.
Estimada Laura:
Entiendo su posible desconcierto al leer estas líneas. Sé que usted estaba realizando una investigación acerca del Conde Drácula, puesto que llegó a mis manos una carta que usted envió al Museo de Transilvania.
Usted ha sido la única persona en mucho tiempo que quiso saber de mí, por lo que yo estoy dispuesto a responder a sus preguntas personalmente.
No se sorprenda, aún estoy vivo y sigo habitando el mismo castillo de antaño, solo que ahora funciona como un museo y nadie sabe de mi presencia.
La espero en Transilvania lo más pronto posible, ya entenderá el motivo de mi prisa.
Tal vez le cueste llegar ya que el camino es angosto, la visión dificultosa por la intensa neblina y el clima es muy frío.
Recuerde llegar después de la caída del sol.
Atte.
Vladimir Drácula

La sensación que sentí en ese momento fue única, inexplicable. Comencé a pellizcarme por todo el cuerpo, a tirarme fuertemente de los pelos, no creía que fuera real todo lo que había visto, lo que había leído. Lloraba, gritaba, me reía, corría por toda la casa ¡Yo, Laura Montes, iba a estar frente a frente, cara a cara, con el Conde Drácula! Era el sueño de mi vida. No me importaba nada. Esa era la misión que debía cumplir en la tierra y estaba a un paso de lograrla.
Después de unas horas logré tranquilizarme. No hablé con nadie, porque seguramente creerían que había enloquecido. Comencé a pensar que debía conseguir el dinero suficiente para emprender mi viaje a Europa. Mis ahorros no eran muchos, tampoco podía pedirles dinero a mis padres porque me preguntarían para qué lo necesitaba, así que pensé y pensé… hasta que finalmente decidí utilizar la plata que mi novio con tanto esfuerzo había ahorrado para nuestras vacaciones en Miami. Ese dinero más mis ahorros alcanzarían justo para lo que necesitaba.
Al día siguiente realicé todos los trámites correspondientes y en menos de tres semanas ya estaba en viaje.
Al arribar al aeropuerto de Rumania, rápidamente me dirigí a un baño. Me miré al espejo y noté que no era yo quién se reflejaba en él, sino un ente regulado por la ansiedad y los nervios. Abrí la canilla de agua fría y me quedé observando y oyendo por un momento su sonido al caer sobre la rejilla del lavamanos. Luego mojé mis manos y las llevé a mi cara reiteradas veces, eso logró tranquilizarme bastante. Al salir del baño me detuve, miré a un lado, al otro y sin saber cómo abordé el camino hacia Transilvania.
El viaje fue largo porque nuevamente el nerviosismo se apoderó de mí e impidió que pueda disfrutar del hermoso paisaje de ese país y así poder hacerlo más ameno.
Finalmente llegó el momento. El día comenzaba a esconderse entre la espesa neblina y la fría noche parecía asomarse. Yo temblaba – no sé si por frío o por nervios – pero ahí estaba, ante el monstruoso castillo del Conde Drácula, ante la enorme puerta de hierro
que tantas veces creí abrir. En ese momento mi cabeza era un océano de pensamientos, de vagos recuerdos, de ilusiones, de temores… Cuando de repente oí un fuerte ruido. La puerta comenzó a abrirse y desde adentro salió una quebradiza pero fuerte voz diciendo: _“Entra Laura, te estaba esperando”. El sonido resonó unos segundos en efecto de eco – por el inmenso vacío que yace alrededor del castillo – miré hacia atrás rápidamente y sonriendo por mi distracción tomé la puerta con mi mando izquierda, la empujé hacia adentro e ingresé. A pesar de la falta de luz, observé el alto techo, las grandes paredes y las anchas escaleras. Todo era como un sueño para mí y en nada se parecía a lo que siempre me había imaginado.
Un hombre mayor se acercó a mí con un candelabro en la mano que iluminaba muy poco y me dijo: _“ Por acá por favor” y yo – sin poder emitir sonido – asentí con la cabeza y lo seguí escaleras arriba. Llegamos a una gran habitación donde había dos taburetes negros y un hogar prendido que emanaba mucho calor. El anciano se sentó en uno de ellos y con su mano derecha muy cordialmente me indicó que tomara asiento y se quedó mirándome como esperando algo de mí. Transcurridos diez minutos de profundo silencio me preguntó: _“¿está asombrada de verme o decepcionada señorita?”
_“¿Por qué lo dice?” Le pregunté.
_“¿Cómo es posible que después de tanto tiempo de exhaustiva búsqueda no sea usted capaz de reconocerme?”
Sin más solté una carcajada irónica mientras miraba al viejito desde arriba hacia abajo y le contesté: _“¿Me está insinuando que usted es el famoso conde Drácula?” - El hombre realizó un gesto de afirmación con su cabeza -. _“¡Pero no me cargue don! ¡La persona a quien yo busco no envejece y usted la verdad ya está enmohecido por los años! ¡¿No me diga que vine aquí engañada?!”
_ “Entiendo su incredulidad, pero le garantizo que soy yo por quien cruzó el océano - dijo en un suspiro - Si solo me diera la oportunidad de contarle mi historia comprendería que los últimos siglos no han sido piadosos conmigo. Si me permite un espejo le mostraré ”.
Abrí mi cartera, saqué un espejo de mano que siempre llevo conmigo y se lo entregué. Solo dos pasos me bastaron para quedar boquiabierta, para que mis ojos brillaran locamente mientras aún intentaba encontrar la figura del anciano dibujada en el espejo vacío. No había reflejo, solo la pared tras él y… ¡¿una dentadura postiza en el aire?! …
_ “¿Ahora si me cree señorita?” - Me preguntó con aire de sobrador -.
_ “Si” _ dije casi en un susurro mientras me desplomaba sobre el taburete a mis espaldas y mis dedos inquietos tanteaban el fondo de mi cartera buscando el grabador de mano. _ “Por favor cuénteme su historia - imploré – y perdone mi anterior comportamiento”.
Apoyé el grabador encendido sobre la mesa y le cedí la palabra, la voz de Drácula se perdía lentamente en el aire denso de la habitación mientras me decía…
…“Aún con éstas cataratas puedo ver que no soy lo que esperabas, que estás sorprendida por mi aspecto y… y que no apartas la vista de mi dentadura… ¡Si! ¡Es postiza! Habiendo dejado esto en claro ¿Podemos continuar?.
“Me tomaré el atrevimiento de tratarte de vos, espero no te disguste. Como te dije anteriormente, los últimos dos siglos no han sido del todo condescendientes conmigo. El calentamiento global y sus consecuencias en el medio que nos rodea, han moldeado la vida de todos, inclusive la mía. Como bien sabrás Transilvania no dista mucho del ecuador y aún así su clima siempre se caracterizó por ser más bien seco y muy frío, pero en las últimas décadas las abundantes lluvias y el aumento de la temperatura han cambiado demasiado estas características. – ante mi cara de desconcierto se apuró a agregar - Como bien sabrás mi querida Laura los cadáveres se descomponen más rápidamente en climas húmedos y cálidos que en otros secos y fríos. Dios me obligó a vivir eternamente y encerró mi alma en éste cuerpo sin vida. Ahora éste cuerpo se está pudriendo. Me estoy pudriendo.
Intenté tomar los elementos de la propia tecnología que arruinó el clima para salvar lo que queda de mi pellejo pero fue inútil. El castillo está demasiado apartado de la civilización para que la electricidad lo alcance y de ser posible la suma de dinero que el gobierno me exige está fuera de mis posibilidades”.
_ “¿Fuera de su alcance? – pregunté sorprendida – ¡Pero si usted es Conde! Se supone que eso lo hace rico.”
_ “Solía serlo. Las cosas han cambiado para mí más de lo que vos crees. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que mordí a alguien. Estoy obligado a comprar la sangre fuera del país y que me la envíen por encomienda. ¡Maldita sea! Empeñé casi todos los objetos de valor que había en este castillo para sobrevivir, ya solo queda lo que ves en esta habitación. ¡Tanto cambiaron las cosas que ahora tomo la sangre con una patética pajita!”
No pude con mi genio y le pregunté el motivo de dicha situación mientras lo observaba caminar de un lado para el otro de la habitación refunfuñando por lo bajo.
_ “Por esto”_ dijo Drácula mientras desplegaba sus alas agujereadas. _“El castillo se llenó de polillas. Una noche oscura en la cual la neblina ocultaba la luna llena abrí mis alas y me lancé al vacío con la intensión de volar a la villa a cobrarme alguna vida inocente y caí al vació. Los agujeros impidieron que mis alas pudieran henchirse de aire, entonces caí sin remedio hasta el fondo de los abismos que rodean este castillo y me golpeé con la mismísima existencia y con cada roca en el camino. Me quebré todo hueso del cuerpo e inclusive mis famosos dientes.
Cuando logré escalar el risco y llegar a mi morada encontré una carta de mis tres vampiresas que decía: “Draky nos vamos a Amsterdam. Conseguimos trabajo de drag queens, ahora podemos hacer sufrir y que nos paguen por ello. Nos pudrimos de que no nos dejes escuchar a Marilin Manson. PD: Nos llevamos el tesoro”. ¡Y sí! ¡Yo debería haber sabido que me traicionarían cuando se comenzaron a vestir como darks!
Además yo solía ser un gran seductor. Mis miradas hipnotizaban a las mujeres y sin embargo la última vez que intenté seducir a una cincuentañera - que digamos no era caviar - le eché una mirada matadora, llena de feromonas, solo para que ella se me acercara a preguntarme si me había entrado algo en los ojos y si me sentía bien. Obviamente que me sentía bien y cordialmente la invité a bailar - sabemos que mi gracia en el baile es otra de mis armas de casanova y con ella he logrado doblegar la voluntad de más de una damisela - pero viendo la soltura de mi baile la mujer me acusó de homosexual y fui prácticamente linchado del lugar por los demás invitados. ¡Pero eso no iba a quedar así! No, no, nada de eso, siempre fui perseverante y a esta altura, el problema con la señora ya era personal; De manera que esperé como un ave de rapiña hasta que salió sola con su deseado cuello - deseado solo por venganza - y comenzó a caminar hacia donde yo estaba. En el momento de mayor proximidad le salté encima como un gato salvaje y la muy zorra me tiró gas paralizante en los ojos. Esa noche tuve que volver a tientas al castillo.
La gente cambió mucho, ya no es lo que solía ser. Antes me veían y salían despavoridos. Hace dos días intenté tomar por asalto la vida de un turista solo por diversión. Matarlo, solo eso quería. Matarlo para sentir el vértigo que me recorría el cuerpo años atrás y el forastero me miró como con lástima, me dió una palmadita sobre el hombro, unas monedas y me dijo: “tome buen hombre”. ¿Buen hombre? ¡¿Buen hombre?!. Estoy obstinado…
Y esa manía de festejar Halloween. ¿Que los niños no le temen más a los monstruos? Es humillante que se vistan de “dráculas” y toquen a mi puerta pidiéndome dulces, cuando a mi me preguntan si me vestí de mendigo.
Los únicos seres de antaño - como yo- que aún siguen vivos están diseminados por el planeta y convirtiéndose en mito. Mirtha Legrand está ocupada con sus almuerzos, la Reina Victoria de Inglaterra con su nuevo guardarropa de invierno y el monstruo del lago Ness… el monstruo del lago Ness, nada. Ya tenemos fecha de vencimiento.
Pero aún con todo esto ninguna de mis desgracias me había hecho llegar a la desesperación. Siempre traté de mantenerme íntegro y con la frente en alto, pero todo eso cambió. Mi vergüenza no tiene consuelo ni fin y es ella la que me obligó a escribirte para que mi leyenda no muera por más de que mi eternidad de tormentos concluya esta misma noche. Voy a estacarme antes del amanecer”.
Intenté convencerlo de no suicidarse, dado que a esta altura del relato lo veía más como un pobre abuelito que como un amenazador vampiro, pero ninguno de mis esfuerzos dieron fruto. Entonces le pedí saber cuál era la causa de tan drástica medida. En un principio el Conde se rehusó a contármelo, pero al ver que seguía firme en mi afán, me concedió el pedido de mala gana.
_ “Hace aproximadamente un mes abandoné este castillo con la firme intensión de seducir y asesinar cuanta mujer se me cruzara solo por desquitarme del abandono de mis vampiresas. Me acompañé de mis lobos y los utilicé para guiar a mis preciadas víctimas a mis brazos salvadores. Ya había matado a tres niñas cuando la suerte me jugó una mala pasada. En una callejuela un hombre golpeaba a una exuberante señorita, de manera que dejé de lado el plan de los lobos y fui a su rescate. Jamás vi su rostro entre la niebla y la penumbra propia de la calle. Me acerqué a su espalda y le susurré quién era junto a la promesa de pasión, excesos y vida eterna. Sin decirme una sola palabra se volteó rápidamente y me beso de la manera más sucia y excitante que yo halla conocido en este mundo. Cuando ese beso culminó, cuando mis ojos cansados se posaron en su rostro, ni mis cataratas ni nada en este mundo pudieron ocultar la sombra de la barba de
aquel hombre joven vestido de mujer. El horror se apoderó de mí cuando me dirigió la primer palabra y huí. Me encerré y te escribí”.
Al ver la expresión de angustia en su rostro comprendí que lo acontecido esa noche realmente le afectaba. Aún así intenté nuevamente disuadirlo pero fue en vano. Finalmente me dio su palabra de caballero prometiéndome que no se estacaría en mi presencia y fue motivada por esa promesa que decidí extender la charla hasta el amanecer.
Cuando los primeros rallos de sol comenzaron a vislumbrarse tímidos en el horizonte, Drácula me acompañó a la puerta de la habitación. Me dirigí hacia las escaleras cuando el chirrido de la puerta al cerrarse me llamó la atención. Giré la cabeza y al ver la puerta cerrada, me apresuré a alcanzar al Conde imaginando sus intenciones. Abrí la puerta bruscamente pero de nada sirvió. La habitación estaba vacía. En el aire solo había polvo cayendo lentamente, la dentadura quebrada en el piso y las cortinas abiertas de par en par dejando a la luz inundar cada rincón de ella.
Emilia Risso
com.58